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sábado, 26 de marzo de 2016

Respetar y enseñar a respetar lo nuestro

En el recorrido de toda una vida encuentras iconos que cambian con los años, que muestran al propio creador, al ser humano con su genialidad, sus carencias y sobre todo sus limitaciones. Asumirlo es una verdad necesaria, sobre todo, para entender lo establecido por las leyes naturales. Es decir, progreso, la evolución y el desarrollo de la especie con el fin de mejorar su capacidad como seres vivos. Todas estas fases que datan desde el comienzo de nuestra existencia debería abrir la puesta de la cultura y el conocimiento compartido a lo largo del tiempo. Sin embargo, este apartado ha estado siempre en manos que no permiten, por estirpe o imposición, el acceso al resto de la comunidad al conocimiento para el desarrollo personal.

Florece con adelanto la jacaranda para acompañarte Señor en
tu Pasión por las calles de Málaga. ©Antonio Diestro
La ciudad es un Templo viviente donde las Cofradías o Hermandades muestran
su respeto en cada recorrido de sus trenes por las calles malagueñas. ©Antonio Diestro
Recuerdo una palabras del Ilustrísimo profesor Fernando Wullf Alonso catedrático de Historia de la U.M.A. y miembro de número de la Academia Andaluza de la Historia en su discurso de contestación al nombramiento de María Luisa Gómez Moreno como miembro numerario de la Academia Andaluza de la Historia tras su magnífica exposición. En un momento de su discurso se refiere a la verdad con que se afronta el trabajo bien desarrollado, planteado y explicado, despojándolo de adornos y zarandajas. El ilustre profesor cierra el silogismo con unas conclusiones irrefutables: “Cuando se llega a desmontar tanta falacia y tanta estupidez..el trabajo de historiador, investigador social o geográfico, adquiere una dimensión sublime. Debemos conocer nuestra historia para poder entender el presente". Recuerdo una anécdota, puntualizaba Fernando Wullf, que ocurrió en Italia cuando D´Annunzio se cargó un día con una frase al futurista Marinetti, estamos hablando de gente seria, donde D´Annunzio le llamó “Un imbécil fosforescente”.

Bajo el azul del cielo malagueño recorres la ciudad. ©Antonio Diestro.
El interés en Semana Santa por conocer sus detalles es significativo.
©Antonio Diestro
Fernando Wullf siguió en su alocución afirmando “Estamos rodeados de imbéciles fosforescentes que ignoran la realidad”. Me sumo y comparto esta sentencia del ilustre académico; sobre todo, porque si observamos la “verdad” que nos rodea, nos damos cuenta de la mediocridad que nos invade en general, salvo algunas excepciones: lógicamente toda generalización lleva implícita un margen de injusticia, pero la pobreza cultural y espíritu se mejora que acompaña a la mayoría es muy malo y con un nivel muy bajo; esto es así.
Málaga muestra al mundanean forma diferente de entender La Pasión.
 ©Antonio Diestro
“La realidad, ... es ... el dolor, es ... el desconcierto de mucha gente ante un mundo que cambia y los que tienen el poder no ayudan a que este mundo cambie de otra manera, sino que cambia para el beneficio, quizás de ellos… pero sobre todo...para algo que es muy triste, porque nada hay más triste que prevalezca: la estupidez”. Terminaba en parte de su alocución Fernando Wullf con esta sentencia.

La iconografía que recorre nuestras calles muestra tu Pasión. © Antonio Diestro
En tu rostro se refleja la infinita bondad de tu corazón. © Antonio Diestro.
Palabras que nos deberían llevar a reflexionar sobre muchas de nuestras actuaciones como pueblo. Me refiero a comportamientos de educación fallida en convivencia, capillitas recalcitrantes, personajes sectoriales, palmeros sonrientes no otorgan el respeto a una muestra de sentimientos encontrados como es “La mejor Semana Santa del Mundo”. Si, esta. … la mejor, ...la de mi ciudad... Debemos seguir mejorando en muchos aspectos que nos colocan como sociedad en la cuerda floja.

Nuestras tradiciones y sus liturgias deben ser premisas de las respuestas en el
tiempo para que las futuras generación encuentren la fuente de nuestra estirpe
y se enriquezcan con todo el legado de nuestra cultura. © Antonio Diestro
No soy quien para permitirme el lujo elevar el látigo para reclamar más cultura y educación para ganar en respeto, ni nadie que se atreva, sencillamente por convicción, a formular qué comportamiento debe tener un malagueñ@ o visitante en esta tiempo que dedicamos a recordar la Pasión del Señor.
Me crié, como manifesté en escritos anteriores, en la España de los 50´s, con un el cariño de mi familia y el guiño que siempre mi madre nos enseñaba para percibir la cultura que nos regalaba con  su conocimiento; además escuchando las “Cartas al Viento” de Gonzalo Fausto, la BBC, Radio Budapest o Radio España Independiente. Crisol de conceptos que debía asimilar y con alguna que otra aportación cultural de vanguardia que determino mi formación juvenil. Me refiero al teatro malagueño de mi barrio y las lecciones de señorío y cultura de Ángeles Rubio en el Ara para difundir la palabra de los libros, de los clásicos y la vanguardia teatral de aquellos tiempos, que no era poco. También viví de cerca nuestra Semana Santa y viví los cambios que de los cincuenta a los sesenta se efectuaron con rapidez en nuestra ciudad.

La Semana de Pasión es un museo que discurre por nuestras calles. ©Antonio Diestro
Cuantas cosas cambiaron en ese espacio de tiempo, conceptos, estilos, personajes; sencillamente era la búsqueda de nuestra identidad que da paso a una Semana de Pasión sublime para el siglo XXI. Tan sólo un ejemplo, recordar que los hombres portadores de trono se buscaban en el pueblo, sobre todo, en los estibadores del puerto y se les pagaba para sacar la mejor iconografía para mostrarla cada día de la semana como si del mejor museo se tratase. Al menos para mi, cada trono es una obra de arte y en su recorrido pasional por las calles de Málaga muestran su personalidad infinita y derraman a los que esperan su paso toda la bondad de la historia de Jesús y su Madre. La esencia sigue viva y los malagueñ@s junto a las muchas personas que nos visitan desean una Semana Santa con su liturgia adaptada a nuestros tiempos pero sin perder un ápice el legado de personalidad recibido. Es nuestra responsabilidad educar e instruir, sobre todo, a los más pequeños enseñando que esta tradición es parte de nuestra identidad como pueblo y fomentar el respeto a todo lo que significa, es y seguirá siendo. Una semana donde el arte de la Pasión sale a la calle para orgullo de todos recordando el calvario y muerte de Jesús con el inmenso dolor de su Madre en cada trono malagueño. Además de mostrar el delicado e impagable trabajo de muchas personas y hermandades que durante todo el año se afanan en el mantenimiento y conservación del arte sacro de nuestra Semana Santa.

Las salidas de los tronos malagueños es gratificante. ©Antonio Diestro.
Las Hermandades trabajan en muchos frentes todo el año. ©Antonio Diestro.
Los tronos de la Virgen son espectaculares y al paso malagueño marcado
por los hombres de trono, parece que caminan por las calles. © Antonio Diestro. 
En otra ocasión daremos un repaso a los artistas que han permitido con sus creaciones recrearnos en estos iconos del paso malagueño. Desde aquí, en la pequeña tribuna de una vida que va dejando paso a otros menesteres, la Málaga Cofrade y los malagueños en especial solicitamos un homenaje para la familia Palma por su arte y reconocidos méritos a favor de La Semana Santa de Málaga.


Fotografía de un buen amigo y artista de la imagen: Cristo. © Arciniega
Por ello, uno de los grandes pecados de nuestro tiempo tiene mucho que ver con la estupidez; que lamentablemente desemboca en la mediocridad que nos invade;  porque teniendo los medios para aprender, mejorar y doctores a quien consultar, la mayoría prefieren ignorar que no exime de responsabilidad. Una ciudad de tener la ósmosis necesaria para que sus habitantes crean en ella y estos renglones están escritos en su historia y lo escriben sus gentes. No existe más ciego que el que no quiere ver. Nuestra Semana Santa es una de nuestras manifestaciones como pueblo que debe permanecer como su liturgia sin una macha en todo su desarrollo anual. Málaga y su historia lo agradecerán en el tiempo.

martes, 22 de marzo de 2016

Mi Calle, La Malagueta y Los Montes de Málaga

Siempre me gustó madrugar,  despertaba temprano, dependiendo de la época del año, para observar a perdices, abejarrucos, zorzales y palomas. Pero lo que más me gustaba era buscar con Joseito los conejos, lagartos y culebras para asustar luego a mis hermanos más pequeños. Me enseñó y vi por primera vez el majestuoso vuelo de las águilas. Aunque creo, no estoy seguro en la distancia del tiempo transcurrido, eran más bien una pareja de águilas imperiales...No lo recuerdo con claridad.

Trillar era un arte porque debía efectuarse en pié y a una velocidad constante
En poco tiempo y con ese paraíso por vivienda y una adolescencia con un cariño desmedido por parte de mi familia y la familia de José, el vaticinio del doctor se cumplió cual profecía escrita en el terral malagueño. En una de las revisiones colocado tras aquella pantalla negra, que solo de verla imponía un respeto imponente. Era el aparato de Rayos X, y en esa ocasión escuche el profundo respiro de mi padre que abrazó a mi madre, al doctor y casi, no lo puedo asegurar, con lágrimas en los ojos porque estaba de espaldas dijo con su voz lapidaria y mucha ternura: “no será mi hijo un enfermo de asma mañana".
Deliciosas moras salvajes. ©Antonio Diestro
“Gracias don Felix. Gracias doctor”. Seguimos subiendo mucho más tiempo a casa de José, tanto es así, que unas Navidades efectuamos, los padres, una matanza de un cochino que había salvado con un tratamiento penicilina mi padre. Al caparlo, las heridas se infectaron y mi padre decidió preguntar al veterinario de la Plaza de Toros y le dió la solución. Como nada se desperdicia de este gran animal la temporada se alargó en muchas tardes al rededor del fuego, la candela y la familia. Esas navidades se practico, por última vez, al menos no viví otra igual; la matanza del cochino y fueron jornadas inolvidables. 
He disfrutado siempre fotografiando en los
Montes de Málaga. ©Antonio Diestro
Poco después, con doce años marché para comenzar el bachillerato interno en El Buen Consejo, colegio de los Agustinos, en el barrio de Cuatro Caminos en Madrid. Con unos sacerdotes agustinos, Pedro y Antonio Bravo, que cuando la guerra mi padre los recogió y los llevó a casa porque se habían quedado huérfanos en Palencia, concretamente en Barruelo y se los llevó a Santander. 

Es una deuda que he tenido toda mi vida con mis padres y los Montes de Málaga. Por eso quiero devolverles el amor tan inmenso y el tiempo de felicidad que me hicieron vivir de muy joven. Por lo mucho que disfruté por sus carriles, vaguadas y pinares, amén de todo lo que aprendí junto a la sabia natural que otorga el campo a las personas que con él conviven. Tuve la gran suerte de que me lo enseñaran. La Naturaleza es sabia y si la conoces, la respetas y la cuidas, se mostrará indulgente, a mi me convirtió en un hombrecito muy agradecido y sin el complejo que llevaba el tener una enfermedad de ese tipo en aquella época.

El trigo en todas las flores ha elegido a la amapola y
yo elijo a mi tierra como la más bellas del mundo.
©Antonio Diestro 
No soy maestro de nada, pero no olvido que la naturaleza cada día me enseña algo nuevo: su diversidad, su energía vital y su apasionante poder de transformación permitiéndome observar como se cumplen las leyes esenciales en cada ciclo. Por todo lo que me ha dado este espectacular espacio natural de mi amada tierra, quiero mostrar mi agradecimiento de la única manera que se, o al menos lo intento, mostrando su belleza natural en el cine y la fotografía.

Los Montes, como la ciudad, están llenos de vida y forman parte de nuestra
cultura ancestral mediterránea. ©Antonio Diestro
Por eso, tras la primera entrega del documental Parque Natural Montes de Málaga, sigo grabando y sorprendiéndome a diario por su belleza cada vez que lo visito. Es un santuario que me permite crear una segunda entrega cinematográfica para tratar de mostrar con mi torpe conocimiento, su flora, fauna y una parte muy importante de mi ciudad. El fenómeno natural que formaron los sedimentos arrastrados por el río Gadalmedina en la desembocadura en el Mare Nostrum y la riqueza que generaron para Málaga en el siglo XIX. Junto a grandes personajes que me han asesorado montaré un documental que permita a las generaciones más jóvenes acercarse a esta Espacio Natural que tanto  ha tenido que ver a lo largo de los siglos en la formación de Málaga.
La primera del año en dar fruto. ©Antonio Diestro
Historias de lagares y gentes, ventas, fiestas, verdiales, vendimias, con la almendra temprana que cubre con su flor de blanco inmaculado a primeros de año laderas de este pequeño paraíso. Sin olvidarnos de los personajes que encontramos en la historia para abrir la puerta del siglo XXI donde la cultura, el conocimiento y la difusión de nuestro estilo de vida y tradiciones deben recogerse como testimonios de nuestra historia. 

Cada estación del año los Montes te ofrecen un paisaje bellísimo. ©Antonio Diestro
Es algo que debemos conservar, junto a nuestras tradiciones como pueblo. La cultura popular es la base de conservación de nuestra historia y que además, tenemos la obligación de transmitir a las nuevas generaciones con todo su contenido. Como malagueño me sentiré muy feliz cuando termine este trabajo y pague a mi tierra una deuda de vida que tengo con ella.

Se la dediqué al genio malagueño: Por ti Pablo.©Antonio Diestro
Me gustaría terminar con una leyenda que en mi periplo africano por las arenas del Sahara, nos recordaban siempre sus habitantes; aunque creo es una sentencia definitoria massai:

“La tierra no es ningún regalo de nuestros padres. Es sencillamente un préstamo de nuestros hijos” 

miércoles, 16 de marzo de 2016

Jorge Rando: Cuando el Arte es Cultura Universal

Por primera vez un artista español recibe el prestigioso premio Ernst Barlach a lo largo de toda su historia. Otorgado por la Comisión Ernst Barlach Gesellschaft es uno de los galardones referentes en el ámbito de las Artes en Alemania.

Alcaldes de Hamburgo, Bedel y Málaga junto a Presidenta de la Fundación
del Patrimonio de Alemania, Presidente del E.Barlach de Hamburgo
 y el Director del Instituto Cervantes en Hamburgo anfitriones
en la entrega del Premio E.Barlach a Jorge Rando.
 En el acto de entrega del premio Heike Stockhaus, directora artística del Museo de Wedel-Hamburgo y comisaria de la exposición, Jorge Rando Pasion-Nuevo Expresionismo ha denominado la obra del pintor malagueño como “un renacimiento del de este movimiento artístico. El pintor malagueño retoma la base del movimiento como desafío para establecer la espiritualidad como guía del mundo.» Según la comisaria «son los colores del Sur, la transparencia de las capas, la captación de la luz y las múltiples perspectivas las que nos dan la sensación de que Jorge Rando quiere devolver al ser humano y a la naturaleza a su propio ser, que debido al instrumentalista y materialista pensamiento de nuestro tiempo hace mucho que se perdió.» 

Las obras del pintor malagueño  llenan de color las salas del Museo alemán
Ejerció de laudatio Robert Lucander, Director de la Universidad de las Artes de Berlín (UDK) que en su discurso hizo alusión a la relación entre la obra de Rando y Barlach «los dos se hacen la misma pregunta…no existe respuesta. Las materias a las que se enfrentan son las mismas, pero tratadas de manera diferente, con otra escritura.» 

El premio ha sido entregado por el presidente de la Ernst-Barlach Gesselchaft Hamburg, el doctor Jürgen Döppelstein. Al acto acudió el Alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz , el Alcalde de Málaga, Francisco de la Torre y el Alcalde de Wedel, Niels Schmidt, junto a importantes figuras del ámbito cultural germano como la presidenta de la Fundación para la Conservación del Patrimonio de Alemania, Rosemarie Wilken o Pedro Jesús Eusebio Cuesta, Director del Instituto Cervantes de Hamburgo, entre otros. El pintor agradeció la concesión del premio que quiso compartir con todos los asistentes al acto y, también, con su ciudad natal, Málaga. 

En el acto de entrega del galardón se inauguraba la exposición Pasión. Nuevo expresionismo en el museo Wedel - Hamburgo y el próximo día 10 de abril se inaugura otra exposición en el museo de Ratzeburg.  En cada museo se expondrán más de 120 obras, entre óleo, dibujo y acuarela que abarcan desde los años 70 hasta la actualidad; con muestras de los ciclos Afrika, Prostitución, Pintura religiosa, Maternidades, Horizontes Verticales, Miniaturas, Luz de la Flor y Paisajes en el espacio.

En estos momentos Alemania ha apostado por la difusión del arte español con exposiciones de los grandes maestros como Zurbarán, Sorolla, Miró o Picasso. Jorge Rando es el único pintor español vivo cuya obra se muestra en la actualidad en dos museos germánicos y la concesión de uno de sus galardones más prestigiosos muestra el interés de Alemania por el arte español contemporáneo.

Retrato del pintor en su ciudad natal Málaga. Su expresión, nos otorga en
uno de sus gestos  de concentración y recogimiento: personalidad. ©Antonio Diestro
A su lado se respira espiritualidad, sentimiento, equilibrio, sosiego y arte, en definitiva cultura. Su intelectualidad raya en la sencillez y es capaz de transmitirla en sus lienzos entrando en nuestro interior, en el alma; pero con esa luz especial de sus pinceles y paletas, esa luz que nos otorga cada mañana el Mediterráneo en esta bendita tierra de Málaga. Gracias por tu obra Jorge y por tu amistad que nos enorgullece como seres humanos y malagueños.

martes, 15 de marzo de 2016

Mi Calle Arenal, La Malagueta (III)

El amor que sentía de los dos era descomunal, muchas veces me avergonzaba porque mi madre compraba pasteles que me había recomendado el médico y me los tenía que comer ante la mirada de mis hermanos. Para era terrible. Pero también era una suerte tenerlos tan cerca se creó un vínculo que hoy es mucho más fuerte y cariñoso. Recuerdo, como si fuera hoy, que después de llegar tarde del trabajo a casa, en mitad de la noche mi padre se levantaba para prepararme un vaso de leche con un trozo de mantequilla, de los de verdad, con toda su nata y dos cucharas soperas de condensada Nestlé. No le oí nunca llegar a mi cabecera en el cuarto donde dormíamos los tres mayores, pero sentía como unas manos duras, fuertes forjadas por la vida y el trabajo, levantaba mi cabeza y acercándome al vaso que había preparado en la cocina de nuestra casa en calle Arenal, me susurraba muy bajito para que mis hermanos no se despertaran, “ abre la boca hijo y traga despacio...esto te viene muy bien” cuando entre sueños terminaba se volvía a su cuarto para dormir.

Junto a un Seat 1400 la familia Diestro en 1.956 en la calle
Maestranza a la puerta del Garaje Norte.
Koke, Mari Carmen, José María, mamá, Juan Pablo,
papa y Luis.
Cuanto amor y ternura que no sabía medirlo más que con el paso del tiempo. Así noche tras noche, con subidas a la Cuesta de la Reina cuando se podía que no fue siempre. En vacaciones incluso dormía en la casa de José y su familia. Fue una época para soñar, porque creí estar muy cerca del paraíso, un tiempo en que aprendí a dar valor a muchas cosas en la vida y que aun recuerdo como si estuviera de nuevo allí, incluso con los olores que emanaban de aquella casa humilde en lo más alto del puerto del León.

Mi padre, toda una personalidad, junto todos nosotros y la
familia de mi primo Chati, su mujer June y sus hijos.
La foto la tomó mi madre con mi cámara.
Aprendí a limpiar las bestias, dar de comer a mulos, a los pollos, a los cerdos y recoger en cada época del año lo que el campo nos ofrecía. Supe valorar la suerte que tenía y la experiencia que estaba asimilando cada jornada vivida en los montes. Aprendi a mantener el equilibrio en el trillo para trillar, valga la redundancia,  con un tiro de mulos en la parva desgranando el trigo y posteriormente ventearlo para limpiarlo. Esos olores y sensaciones recorren a menudo mi alma y mi cuerpo soltando una especie de relámpago por la felicidad que me dieron de adolescente todas estas personas. 

Antonio Martin recién inaugurada su remodelación y el rellano donde está el
camión Barriros es donde en la actualidad se encuentra el complejo Horizonte.
©Antonio Diestro
Todo en marcha en La Malagueta,  Antonio Martín, los pisos de Canton y
el Hotel Miramar. Aún están los edificios del Ceregumil y Garaje Inglés
Luego, el trigo limpio se almacenaba en el granero para luego preparar su molienda y en el horno de leña cocer el pan. Alguna vez, porque me gustaba montar en los mulos acompañaba a José y su hijo Joseito a Málaga para llevar a las panaderías las podas de buen olivo que servían a los panaderos para encender el horno de leña. De esta forma se ganaban alguna pesetillas y compraban en las tiendas suministros necesarios hasta la próxima bajada a Málaga. Bajábamos a pie cantando junto a los mulos y sibiamos, como cabe esoerar a lomo de las bestias. Toda una aventura que desgajaba en mi mente para soñas como si hubiera descubierto América. 

La verdadera "Cochinita" que desde el Puerto de Málaga se desplazaba a Vélez.
Como fue cambiando su fisonomía y dando cuerpo a un barrio moderno,  pero
que no supo detener el levantamiento de edificios gigantescos privando a todos
de una vista espectacular.
La imagen dice por si sola la aberración urbanística que se comete en un
determinado momento de bonanza en La Malagueta. © Antonio Diestro
Era tan bonito ver los montes y recorrerlos por veredas, o aquellas carreteras y carriles de tierra donde apenas, a finales de los 50´s, circulaban vehículos de tracción. Solo por las noches se escuchaba, junto al canto de los buhos, a los ruidosos jabalís enzarzados en sus peleas, o a los silenciosos zorros escarbando en la basura junto a otros animales nocturnos como los murciélagos e insectos, como los extraordinarios bichitos de luz.

Primer aniversario de mi hermana Rosa con mis padres en la Calle Arenal
Comunión de mi hermana pequeña Rosita en la foto con mi hermanos Luis,
Pablo y Pepe Castrillo. Aparecen a la izquierda los rostros dos de los hermanos Alonso.
Con mi gran amigo Pepe Castrillo en el campo de mi padre en Alhaurín
Aprendí a calcular distancias en el campo por lo ruidos que se producen en la noche, lecciones que luego me han servido de mucho para aplicarlas a mis desplazamiento para efectuar las grabaciones. De vez en cuando, sobre todo en las calurosas noches de verano, contemplábamos la bóveda celestial con millones y millones de estrellas. Sencillamente era impresionante, parecía como si pudieras extender la mano para poder tocar cualquiera de ellas de limpio y diáfano que estaban los cielos. Entonces sin ningún tipo de contaminación y una ciudad menos iluminada que permitía otear el cielo con mucha más profundidad. 
En Viaje de Estudios después de aprobar el ingreso
en la Universidad. Barcelona fue nuestro destino
Siempre se me ocurrían cuentos y lo hablaba en voz alta, mi madre me miraba con atención y cariño susurrando con mucho amor “este niño va camino de ser otro Julio Verne”. Que piropo más castizo, es de tu tierra mamá esa expresión es del norte, pero me encantaba que me escuchara con tanta atención. En el pequeño escenario de lo que era mi joven vida, siempre tenía una oyente: mi madre.

Precioso paisaje del Parque Natural Montes de Málaga en plena primavera.
©Antonio Diestro
Se ven por algún rastrojo la impresionante perdíz destaca en el paisaje.
 ©Antonio Diestro
Las águilas se pueden observar en los Montes de Málaga. ©Antonio Diestro
En las viñas de los Montes. ©Antonio Diestro
Esa tranquilidad en la noche solo se rompía por el estruendo de los motores, era un ruido que me fascinaba y me dejaba como absorto, eran los camiones del pescado que subían por los montes, la Cuesta de la Reina, camino de la capital Madrid para llevar ese producto malagueño “el pescaito” al mercado de Legazpi. Su ruido era muy especial, ruido “de pescateros” y aunque tenían cajas de cambios bastante largas en el desarrollo, sus dobles embragues y el sonido que dejaban salir por el escape me encantaban. Solía bajar corriendo a la curva del puerto León, donde está la tablilla que pone aún 990 metros de altitud, y allí esperar un rato para verlos pasar y escuchar de cerca el ronroneo de su escape.

Barreiro, Ebros y Avia subían los montes con destino Madrid. ©Antonio Diestro
En unos días terminamos un repaso, que aunque no sea interesantes es y ha formado parte de mi vida y la de los míos. Por eso mi calle, el barrio, Málaga y los Montes son tan importantes en mi vida.

lunes, 14 de marzo de 2016

Mi Calle Arenal, La Malagueta (II Parte)

Mi madre era un personaje que sabía sacar a la vida el jugo de la enseñanza diaria para aprender y posteriormente enseñar con dulzura y mucho amor lo que creía justo. A esa impronta, a esa categoría de ser humano se unía la delicadeza sutil y el amor a la cultura en general y al arte de la danza, el cine, la fotografía y el teatro, en particular ofreciendo siempre su conocimiento y sensibilidad a todo los que la rodeaban sin alardes y con humildad.
Mi madre, fue todo cultura, educación
amor y ternura para nosotros
Me encantaba de pequeño mirarla, más que mirarla contemplarle el rostro relajado y sereno mientras explicaba con alguna respuesta sencilla las más que comprometidas preguntas que la hicimos. Era un lujo aprender de pequeño estas lecciones que nos otorgaba con el magisterio de la maternidad; son ocasiones únicas  que la vida te pone en las manos para que no la olvides nunca. Cierto también es que uno se acuerda con los años.
Con mi padre en el negocio "Garaje Norte" de calle Fernando Camino 13. Se
trata de un Amilcar que compró mi padre con matrícula MA-1819, era el Bugatti de los pobres.
Las dificultades y las penurias de una Málaga en los 50´s, incipiente y luchadora, pero sin estructuras sanitarias en aquellos años, recordemos las casas de madera en las que se vivía en la Malagueta. Esa falta de infraestructuras no permitían que las casas en que habitábamos y corralones estuvieran en las mejores condiciones, y muchas de las enfermedades habituales (tifus y asma reumática por humedad) entre los niños que nacimos en aquellos años (1949) eran por la falta de higiene general. Después de un tifus que pasamos todos en casa me tocó, algo que a mi padre le encendía el alma al escucharme toser, el asma producida por una humedad que no perdonaba a mis débiles pulmones y me flagelaba en cada esfuerzo o intento de juego.
Calle Vélez Málaga, derribadas parte de las casitas de madera, jugamos al
futbol en lo descampados que quedaban en el barrio.
Campos de tierra, balones de badana, lineas de cal y a jugar. Era todo un sueño.
Mucha imaginación pero asimilaba en mi adolescencia para crear sueños.
En un momento determinado creíamos que había gradas y Matías Prats
retransmitía nuestro partido.
Las casas estaban construidas en la Malagueta en terrenos ganados al mar, prácticamente se encontraban con las aguas del Mediterraneo en la base de su cimentación y la humedad era insoportable. Tanto era así, que en el negocio de mi padre en la calle Fernando Camino, existía un pozo pero era de agua filtrada de la mar. Un agua que solo servia para fregar los cacharros, los suelos y con el jabón Lagarto ducharnos en la bañera a base de cubos subidos desde el local.

La Malagueta poco a poco tomaba nuevas formas. Hotel Miramar y construcción de
 los pisos de Canton. Fue sin dudarlo la Plaza de Toros (1.875) quien tiene el detonador
y  quien puso en marcha la revolución urbanística del barrio.
El Miramar, como le decíamos de niños, era todo un lujo. Allí se hospedaron gente de la cultura,
las letras, la tauromaquia, el cine, teatro...recuerdo mucho a Micahel Tood, marido de Elizabeth
Taylor, que rodó en  Málaga la película "Perfume de misterio". Es la primera que recuerdo.
Luego Lawrence Harvey y Lee Remick,  dirigidos por por Carol Reed  interpretaron
"The Runnig Man" que rodaron en la Costa del Sol.

Lee Remick y Laurence Harvey extraordinarios actores que trabajaron en Málaga

Guapísima Lee Remick nacida Quincy (Bostón) USA.
Murió de cáncer en julio de 2003


Cartel de la película que rodó en nuestra capital como agente
secreto femenino junto al actor Toni Franciosa.
Fotograma en la Plaza de la Marina y
en el ruedo de rojo para librarse de un toro.
En esta película trabajamos toda la pandilla de extras.
El médico pediatra que nos atendía a la familia era Felix García Palacios y les recomendó a mis padres que tomara una sobrealimentación y me subieran cada vez que fuera posible a la Cuesta de la Reina.  Trece infernales kilómetros de subida continua con más curvas que una dama y, cada vez que me subía en el coche para ir a casa de Joseito junto a la fuente me ponía malísimo porque sabía que me iba a marear en el trayecto.
De marinero en mi primera comunión
El olor que desprendía el interior de aquellos Seat 1400 B era todo un poema para mi. Miraba a mi madre cuando pasábamos por la calle Victoria para salir a las primeras rampas de acceso a la subida a los montes, ella volvía su cabeza con una sonrisa y con su habitual dulzura casi me imploraba “No digas nada,...que es peor. Canta algo hijo”. Me arrancaba por Antonio Molina y su “Paloma Blanca” o “Cocinero Cocinero”, era tan malo cantando que todos mis hermanos le decían a mi madre “mamá que no la termine por favor y vamos a jugar al "Veo Veo”. De esta manera tan bonita transcurría mi juventud repleta donde la vida no apretaba o al menos no me daba cuenta de ello. Así recorrimos aquellos interminables kilómetros para llegar por fin a la Fuente de la Reina; eran todo un desafío y una aventura entrañable.
Los Montes por donde corrí, salté, disfrute y hoy recorro en la nostalgia del tiempo
y el cariño que les tengo. ©Antonio Diestro
El amor que sentía de los dos era descomunal, muchas veces me avergonzaba porque mi madre compraba pasteles que me había recomendado el médico (sobrealimentación) y me los tenía que comer ante la mirada de mis hermanos. Para era terrible. Pero también era una suerte tenerlos tan cerca porque se creó un vínculo que hoy es mucho más fuerte y cariñoso. Recuerdo, como si fuera hoy, que después de llegar tarde del trabajo a casa, en mitad de la noche mi padre se levantaba para prepararme un vaso de leche con un trozo de mantequilla, de los de verdad, con toda su nata y dos cucharas soperas de condensada Nestlé. No le oí nunca llegar a mi cabecera en el cuarto donde dormíamos los tres mayores, pero sentía como unas manos duras, fuertes forjadas por la vida y el trabajo, levantaba mi cabeza y acercándome al vaso que había preparado en la cocina de nuestra casa en calle Arenal, me susurraba muy bajito para que mis hermanos no se despertaran, “ abre la boca hijo y traga despacio...esto te viene muy bien” cuando entre sueños terminaba se volvía a su cuarto para dormir. Cuanto amor y ternura que no sabía medirlo más que con el paso del tiempo. Así noche tras noche, con subidas a la Cuesta de la Reina cuando se podía que no fue siempre.

Es una delicia pasear por cada rincón de este Espacio Natural  que siempre me lleva
a la infancia, a mi barrio y a mi calle. Es mi casa es Málaga. ©Antonio Diestro