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jueves, 25 de abril de 2019

De la Pasión al domingo de Gloria... pero con reflexiones y orgullo malagueño

Ya lo escribí una vez y vuelvo a repasar mi gran devoción por mi ciudad, sus historias, leyendas y su gente, sentimiento que puede ocultar defectos y comportamientos que dejan mucho que desear, y por supuesto en la Semana Santa más entrañable y espectacular de España no deben figurar entre sus "ofertas" para la crítica. No he sido a lo largo de mi vida, ni lo soy ahora en la madurez, un católico practicante activo; pero he tenido y mantengo un respeto y admiración por todas los practicantes de buena fe y sobre todo en la Semana Santa malagueña, donde tenemos el gran honor de pasear por nuestras calles en un nuevo recorrido un museo con obras de arte únicas en la conmemoración de la Pasión de Jesús. Todas y cada una de estas muestras  serenan el interior y mi alma se recoge poniendo paz y equilibrio en él yo que valora nuestras tradiciones buscando en mi modo de vida la justificación de nuestra estancia aquí, en nuestro mundo. Algo por lo que merezca la pena pensar que tenemos una misión más elevada, cultural, filosófica, espiritual y compartida que la que practicamos basada en la economía destructiva de valores sin barreras, amoral y donde el YO prevalece por imperativo social y político, donde la mediocridad que gobierna pide un guante blanco que les permita mantener más de lo mismo. Justo ahí debemos reconocer el valor de todas y cada una de las Hermandades malagueñas a lo largo de todo el año con su trabajo diario y sin descanso. Es un lujo para el alma  participar con los sentimientos a flor de piel, pero en un anonimato repleto de felicidad al ver que nuestras tradiciones toman raíces y pasan de generación en generación.
Cristo de Mena
Por eso, y muchas cosas más de mi ciudad y su gente, hacen que me sienta orgulloso de haber nacido junto al mar en aquel incipiente  barrio de la Málagueta en la mitad del siglo pasado. Pero este sentimiento arraigado hasta lo más profundo de mi ser, no me quita la responsabilidad de reflexionar sobre algunos comportamientos a lo largo del año y en la Semana de Pasión en particular que se observan por nuestras calles, plazas en incluso callejones. Recuerdo que en la juventud con la pandilla de amigos en esta época del año, nos reuníamos pasado calle Granada, donde muchos de los costaleros pagados que eran peones del puerto para descargar barcos, dejaban los tronos y a nosotros nos gustaba "meter el hombro" y poder llevar el trono a su encierro y estábamos más tiempo en la calle. Es, o al menos me lo parece más serio ahora, que todos los portadores de tronos en la actualidad lucen las galas de su Cofradía o traje inmaculado y cada día mejor. Sin embargo, se sigue masticando "chicle", algo que se me antoja horrible, deplorable, vamos, una falta absoluta de respeto  a la Virgen o el Cristo que tiene el honor y el privilegio de llevar al hombro con todo el sufrimiento que representan esos iconos de la Semana Santa. La Pasión no merece ese comportamiento y otros ... que se ven cuando el trono lo detiene para descansar el responsable de cada uno a golpe de sonido de campana malagueña en su recorrido. No se puede dar rienda suelta a gritos, peleas, borracheras, e incluso tomar tras los penitentes ese espacio para vender globos, o como se ha comentado en los medios de la ciudad, vender un paquete turístico que incluye la salida de penitente en un recorrido por las calles de Málaga. Por favor, seriedad y respeto. Quizás algo más...EDUCACIÓN... y cultura nazarena. Sin el respeto debido, la sociedad en la actualidad es como los responsables en sus puestos de gobierno mediocres ello, la convierten en un monstruo  donde todo vale y estos vicios debemos los propios malagueños cortarlos de raíz  Es una época en la que se muestra la ciudad a miles de personas  y se estrena recorrido oficial este año; nos miran unos sin conocer nuestra Semana Santa y otros que nos comentan que algunos comportamientos dejan mucho que desear sumando al debe por comportamientos indebidos.
Las inclemencias del tiempo este año y la toma responsable de su Hermano Mayor para no perjudicar el patrimonio de la Misericordia de no salir a efectuar su recorrido, me puso el corazón en un puño; con todo mi dolor; pero la decisión era la mejor que se podía tomar. Recordé con orgullo, que al principio de la década de los 70´s, desfilé por el antiguo recorrido como cabo gastador de los "pipiolos" del Ejercito de Aire. Fui Policía Militar en la Base Aérea de Málaga y esta situación me permitió vivir una de las grandes experiencias que la vida, desconocida para mi, que te otorga en la juventud y te marca para siempre, sin ser un "capillita". Por eso, desde entonces me acercó a sentir la Semana de Pasión Malagueña, como puede sentirla el propio Presidente de la Cofradías Malagueñas, porque esta forma de vivirla desde dentro, en silencio, incrementa mi sentimiento y pasión por mi ciudad, sus historias y su gente.
Sin embargo, tengo, desde hace muchos años, por aquello de que desfilé por sus calles y pueblos de la provincia, coincidiendo con la Legión. Quizás por eso guardo en un trocito del corazón mi predilección por la Hermandad de Mena. Comentaré un poco de historia y espero no cometer muchos errores en mis reflexiones, por anticipado pido perdón si en algún momento mi sentir va por delante de la razón. De todas las fotografías conocidas de la talla del andaluz Pedro de Mena, esta es la que permite un recogimiento íntimo y reflexivo, porque pone de manifiesto el incomparable y magnífico trabajo del artista, mostrándola en estado puro. Una obra de arte que nunca debió ser ultrajada.

El Cristo de la Buena Muerte o Cristo de Mena son las advocaciones de Jesucristo que surgen de una talla de Cristo crucificado original de Pedro de Mena. Esta escultura datada aproximadamente de 1660, y se conservó en la Iglesia de Santo Domingo de Málaga hasta su destrucción. Estaba considerada una de las obras más singulares del escultor imaginero granadino. La Legión Española, entonces El Tercio, en 1928 nombra al Stmo. Cristo de la Buena Muerte su Santo Protector, escoltándolo por primera vez en procesión en 1930.  Posteriormente sufrió varios ataques y mutilaciones antes de ser definitivamente destruida la talla en 1931 durante la quema de iglesias y conventos de Málaga del 11 y 12 de mayo de ese mismo año. La imagen actual del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas fue tallada por el escultor malagueño Francisco Palma Burgos y bendecida en 1942, año en que se produjo su primera salida procesional.


La escultura, que costó 30.000 de las antiguas pesetas y sufragadas por un grupo de congregantes, es una reinterpretación del original, casi como si el escultor Pedro de Mena hubiera guiado las manos de Palma desde el propio cielo. Es lo que algunos han llamado la recreación admirable del Cristo de Mena, aunque no es exacta. Las diferencias entre ambos Cristos es grande por sus connotaciones de interpretación del maestro malagueño. El rostro del crucificado de Palma representa la muerte personificada. Tiene la boca entreabierta y se le aprecian detalles como los dientes y la lengua. Por las sienes cae la sangre que le provoca la corona de espinas, que se elabora cada año, siendo impuesta en un acto íntimo antes del traslado al trono que efectúan los gastadores legionarios. Una obra de arte que transmite toda la Pasión de Cristo que sigue donando desde la cruz bondad y perdón.
De la talla original sólo se conserva parte de una pierna, rescatada durante la quema por el artista Francisco Palma García y expuesta en el Palacio Episcopal, y un pie con un clavo, que lo custodia la Congregación del Cristo de Mena. Estas secciones de la talla fueron agrupadas tras la quema por Narciso Díaz de Escovar, académico de Bellas Artes de San Luis que, en una carta al escritor malagueño Miguel Ruiz Borrego describía los hechos diciendo: " El Cristo de Mena que se creía salvado, se quemó luego. Han aparecido los carbones. Palma salvó una pierna y mi sobrino tiene un pié casi carbonizado, pero se ve el hueco del clavo y se conservan dos dedos…"

La talla del Cristo va sobre un trono de singular diseño. Francisco Palma Burgos lo realizó en 1943 con una estructura singular, y un frente con una pronunciada curva, con cuatro candelabros en sus esquinas y de madera tallada, dorada y policromada en estilo neobarroco.  De esta forma, se establece un conjunto armónico perfecto que realza la imagen de manera espectacular. En 2001 el trono fue restaurado por Rafael Ruiz Liébana, con la consolidación, reposición y dorado de cada una de sus partes.
Quizás la imagen antigua  fuera más bella porque desapareció, no lo se, porque nada ni nadie pudo transformarla en algo distinto de aquello para la que fue concebida y plasmada. Al desaparecer volvió a ser lo que era y no en lo que la habían convertido. Los testimonios hablan de que fueron directamente a por ella, porque era símbolo de algo, probablemente, el Cristo o la talla del crucificado de Mena siguió perdonando el pecado de la maldad del hombre incluso en su destrucción.
De todas formas en la Semana Santa de Málaga, cada trono del Cristo en su Pasión o de la Virgen  su infinito dolor como madre nos muestra la cara de Jesús con su infinita bondad, serenidad, sufrimiento y perdón mecidos con el singular estilo del paso malagueño. En la actualidad son muchos malagueños y foráneos que profesan una profunda devoción a cualquiera de las diversas Hermandades. Cada Semana Santa los Caballeros Legionarios custodian al Cristo de la Buena Muerte hasta que regresa a su Casa Hermandad la tarde noche del Jueves Santo malagueño. Me gusta mirarlo y compartir en mi alma parte de su dolor porque de esta forma y en silencio se cumple la penitencia de cada año. Es un deber y una obligación como malagueños conservar las costumbres, nuestras tradiciones y las leyendas porque de esta forma forjamos nuestra propia historia. Fotografía: © A.Diestro

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