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miércoles, 20 de mayo de 2020

Danzad, Danzad malditos...para luego no tener ética, ni moral... solo DINERO

Como amante del cine recuerdo este título en una cartelera de mis años jóvenes, tras poder verla quedé decepcionado de como el dinero, la ambición y el egoísmo cuando se instaura en la sociedad como aquella americana de la Gran Depresión es muy difícil vencerlo.
11 de diciembre de 1970 / 2h 09min / Drama
“Danzad, Danzad Malditos” Dirigida por Sydney Pollack y basada en la novela ¿Acaso no matan a los caballos? de Horace McCoy.
Reparto Jane Fonda, Michael Sarrazin, Susannah York
Nacionalidad EE.UU.
Cartel de la película de Pollack que gano un Oscar.
Durante la época de la Gran Depresión, en los EE.UU, se montaban espectáculos que consistían en hacer bailar a parejas de forma continuada, día y noche, con pausas mínimas. Ganaba la pareja que resistía bailando más tiempo, recibiendo un premio en metálico. Gloria (Jane Fonda) y Robert (Michael Sarrazin) se conocen en uno de esos concursos, y rápidamente deciden formar pareja pues están desesperados al no tener recursos siquiera para comer. Mientras bailan al menos reciben comida y, si ganan, podrán sobrevivir con el dinero del premio.

La novela fue escrita por el peridista H. McCoy
Horace McCoy escribió en 1935 ¿Acaso no matan a los caballos?, una historia que se desarrolla en 1935, junto a la fábrica de sueños del cine, en Santa Mónica, California, protagonizada por dos soñadores que pretenden trabajar en Hollywood de lo que sea: figurantes, actores, directores. Lo importante es sumarse a ese sueño americano que vende el gobierno desde las alturas, mientras que estos dos jóvenes no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca. Esta novela no está muy lejos del mundo de Kafka: docenas de parejas bailando en una pista cerrada, dirigiéndose a ninguna parte, cayendo extenuados, durmiendo durante diez escasos minutos para seguir con su lucha por la vida. No hay nada que no sea verdad, pero tampoco hay nada que no sea terrorífico. McCoy lo cuenta como un crescendo porque las fuerzas cada vez flaquean más, no sólo las físicas después de más de 36 días moviéndose absurdamente en una pista, sino también las psicológicas, porque hay un momento en que ya no se puede aguantar más, en que se piensa que después de dar tantas vueltas para nada, para acaso ser expulsado por perder una de las siniestras carreras que se celebran todos los días para regocijo del público, después de moverse y moverse hacia ningún sitio, después ¿qué?. Después… qué nos facilitarán para salir de aquí trastos meses encerrados: Más de lo mismo, como siempre: NADA.

Aunque parece que nada tiene que ver con la cinta que comentamos, las sociedades en momentos de crisis cómo es nuestra circunstancia actual, son sumisas a extrañas propuestas por el miedo y son un enjambre donde afloran todos sus males endémicos causados por la velocidad en que nos movemos devorando todo y olvidando por vivir los detalles importantes que quieren pasen desapercibidos. En estos meses de confinamiento nos damos cuenta de cómo nos inducen través de la radio, la prensa y sobre todo la TV a cambiar un estatus que nos ha costado muchos años adquirirlo. Una propuesta como la historia que muy bien dirigió Sidney Pollack basada en la novela de Horace McCoy que además ganó un Oscar al mejor actor de reparto (Gig Young), y había tenido otras ocho candidaturas: al mejor director, a la mejor actriz principal (Jane Fonda), a la mejor actriz de reparto (Susannah York), a la mejor dirección artística, al mejor guion adaptado, a la mejor música, al mejor montaje y al mejor vestuario. Hasta el día de hoy sigue teniendo el dudoso honor de ser la película con más candidaturas a los Oscars (9) sin haber sido propuesta en la categoría de Mejor Película.


El miedo, la incertidumbre, los palmeros asalariados, el carnet del partido y los sueños alienantes de iluminados con pies de barro aparecen cual Jinetes del Apocalipsis con sus propuestas absurdas, como en la película para que  “dancemos malditos” sin ton ni son. No somos apesebrados para seguir el juego que nos quieren imponer que les permita seguir con un caudillismo trasnochado que huele mal en cualquier dirección. No, este planteamiento sin futuro no nos lleva a ninguna parte…Bueno si a una clara y contundente: Dinero. Mucho Dinero. Ya se quedaron atrás los patrones tradiciones de partidos. Este reto es solo por dinero. Además, es siempre igual, el que llega al poder, cree que somos tontos, por ello se piensa que puede manejar a esta sociedad como si fuera una finca privada, vamos como si fueran otros tiempos pasados. Solo tenemos que dar un repaso a las TV y a las redes sociales para damos cuenta el estado actual de incertidumbre y de crispación social en un panorama que solo sirve para danzad y danzad al ritmo que nos marcan o mejor dicho que nos dejan.



Como defensor, primero de los Derechos Humanos y Libertades ganadas a pulso durante muchos siglos de lucha debemos tener en cuenta como en la película comentada “ A dónde Vamos”… o mejor dicho “”A dónde nos quieren llevar”. Esta es una carta abierta que Greenpeace me ha enviado y que sirve para saber quién se lleva el dinero y cómo lo reparten, lo mismo que años atrás con el PRESTAMO A LOS BANCOS, que nunca han devuelto y mientras el pueblo en general está buscando en una carrera con límite de tiempo SOBREVIVIR.

Antonio:
“En estos días ya estamos viendo sectores como el de la aviación o el del automóvil pidiendo a los gobiernos que salgan a su rescate.
El rescate de 14 grupos de aerolíneas europeas suma ya 26.000 millones de euros, y se calcula que ascenderá hasta 113.000 millones. Mientras, el rescate al sector del automóvil se prevé que utilizará un 10% del fondo de recuperación de la Unión Europea.
En nuestro país habrá que ver qué sucede con Iberia y AENA, que ya tienen encima de la mesa 2.000 millones de euros en ayudas sin condiciones en materia laboral, social y ambiental.
La crisis sanitaria provocada por el COVID-19, además de mucho sufrimiento por la pérdida de vidas, tendrá también grandes repercusiones a nivel económico y social. Los gobiernos tienen que decidir a qué van a destinar el dinero público: si a salvar las cuentas de resultados de las grandes empresas contaminantes o a proteger nuestra salud y la del planeta.
No podemos volver a cometer los errores de la crisis financiera de 2008, donde los gobiernos eligieron salvar a bancos e industrias contaminantes por encima de la protección del medioambiente y la lucha contra el cambio climático. No se puede volver a repetir la vergonzosa imagen de directivos de empresas eléctricas rescatadas cobrando bonos millonarios mientras la población más desfavorecida asumía la peor parte de la crisis.

Aquí, no tenemos PLAN B
Entonces no se pusieron condiciones a las enormes cantidades de dinero que recibieron en ese rescate, pero ahora podemos exigir una recuperación justa de esta crisis. Aquellas actividades que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero y destruyen los recursos naturales, en especial los sectores de los combustibles fósiles, la energía nuclear, la agricultura y ganadería industrial, y los sectores del ladrillo y del hormigón, no pueden seguir recibiendo financiación pública.
Antonio, cómo nuestra sociedad decida afrontar la salida de esta crisis marcará nuestro futuro. Desde Greenpeace vamos a seguir trabajando para exigir al Gobierno una economía que funcione para todo el mundo, y también para el planeta, creando empleos dignos y sostenibles y poniendo nuestra salud por encima de los beneficios de las grandes empresas contaminantes.”

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