Un ejemplo, sobre todo como anécdota la que le ocurrió al fotógrafo suizo Rolf Maeder, que actualmente vive en Sedona (EEUU), al acercarse al Cañón para fotografiar una puesta de sol. Las imágenes de la puesta del sol fueron según el propio Rolf decepcionantes, pero se dio cuenta de que se estaba formando una gran tormenta y esperó pacientemente consiguiendo una serie de fotos magníficas de las que mostramos una de ellas.
Magnífica instantánea recogida por la cámara del fotógrafo suizo © Rolf Maeder |
El componente final que se genera con millones de unidades, acaba dando la imagen digital. Para conseguir ese patrón equilibrado, la cámara y el objetivo deben graduar la cantidad de luz que incide en el sensor, el equilibrio del color y la sincronización (caso de trabajar con flash ).
Premiada en la Colección PN Montes de Málaga. © Antonio Diestro |
Retrato con luz natural de mi sobrina Tatiana. © Antonio Diestro |
La mayor parte de las cámaras actuales ajustan el obturador y la apertura de forma automática por lo que se puede confiar en que la exposición será aceptable. Sin embargo, nos ofrece la posibilidad de controlar el proceso fotográfico de forma manual.
Foto en B&N en el que destaca solo el color naranja. "La mantita" © Antonio Diestro |
La luz también tiene otro interesante componente: el color. La cámara es mucho más fiel y rígida que el ojo humano a la hora de interpretar el color.
Las cámaras digitales en la actualidad resuelven la mayor parte de los problemas técnicos (software), apartado importante porque estas decisiones guardan relación con la cantidad de luz.
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